jueves, 11 de febrero de 2010

Viajes




Dice Su Santidad el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, Susan para los amigos, citando su libro sagrado, palabras del hijo de dios, que a quien escandalice a un niño, más le valdría que le atasen una piedra al cuello y le arrojasen al mar. Lo de escandalizar es un eufemismo piadoso para referirse a delitos contra la libertad sexual de los menores, parecido al que los secuaces de Susan gustan de utilizar en sus documentos internos: solicitación. Hay que joderse.
Prosigue informando Susan que marcha a Irlanda para afrontar el tema de los sistemáticos abusos sexuales perpetrados por curas con miles de niños durante décadas del pasado siglo, en ese verde país tan favorito de la gente de Susan como la misma Italia o como España, reductos de esa singular creencia que es el catolicismo y destacados enclaves de esa multinacional que es la Iglesia.
Solamente un consejo, Susan: allí en Irlanda tienen mar en abundancia, y también un montón de piedras. Pero llévate varios kilómetros de cuerda, porque los vas a necesitar para atar y tirar al mar a tanto impresentable pederasta.

lunes, 8 de febrero de 2010

Controles



Aparece en la prensa reiteradamente estos dias el gran Blanco rebajando por decreto el escandaloso estipendio de los controladores, con la promesa de una rebaja del precio de los viajes en avión que ansiosamente pero incrédulamente esperamos. Estupenda medida que alabamos sin reservas. Gran azote de los sueldos excesivos, anhelamos que, rematados los controladores, se ocupe el gran Pepiño de otros excesos aún más escarnecedores.
Sin ánimo de agotar la lista, desde aquí le sugerimos -gratis total- algunos otros colectivos a considerar, como los banqueros que sacan pecho por lo mucho que ganan en pleno desastre social, los deportistas de élite y los artistas que tantos éxitos nos brindan desde su residencia en lujosos paraísos fiscales, los empresarios que deslocalizan para optimizar beneficios y reclaman despido libre y retraso de las jubilaciones, los políticos que acumulan pensiones, sueldos y prebendas casi sin cotizar, los notarios, registradores o farmacéuticos que se enriquecen gracias al monopolio de que inexplicablemente disfrutan, los intermediarios que se quedan con la diferencia entre los treinta céntimos que cobra un agricultor por un kilo de tomates y los dos euros que pagamos en las tiendas, los grandes terratenientes que acaparan las ayudas a la agricultura, las multinacionales del petróleo que casualmente están siempre de acuerdo para que la igualdad de sus precios impida la competencia, las farmacéuticas que el año pasado nos colocaron cientos de millones de euros en vacunas absolutamente inutiles, y un largo etcétera.
No sé si va a tener tiempo para todo antes de las próximas elecciones. Dales duro, Pepin Hood.